viernes, 5 de octubre de 2012

El reloj del corazón

Cuando el reloj dio la primera campanada se puso los guantes, en la segunda cerró la puerta y con la tercera giró la llave, las campanadas cuatro, cinco y seis las utilizó para bajar las escaleras y en la octava saludó al portero, como todas las mañanas.
Antes todo era distinto, él convertía una hora en un segundo y un instante en un siglo... pero eso era antes.
Aquella mañana, extrañamente, el portero no estaba. En su lugar encontró unos ojos azules llenos de luz y su corazón dolorido, volvió a latir.

desasosegada

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