lunes, 15 de octubre de 2012

ÉXODO

Pedro sube la persiana del bar nada más amanecer. Cerca, Sagrario la panadera, coloca el mostrador con esmero. Como una flecha atraviesa mi campo de visión Fernando el cartero, sujetando con una mano el manillar de su bicicleta y con la otra un puñado de cartas sedientas de recepción. Mosén Esteban, aguarda con la puerta de la iglesia medio entornada, la llegada de algún feligrés. Y como de costumbre, "Salchichas" el perro pastor, mantiene a raya al rebaño en lontananza.
Una repentina ráfaga de viento me obliga a abrir los ojos. Ya no quedan ni las sombras del pasado.
http://microseñalesdehumo.blogspot.com

4 comentarios:

  1. Si quedan sombras del pasado, sobreviven en nuestra memoria, muy bonito.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Un buen texto. Prosáico y abierto.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. El viento arrincona las sombras en algún rincón. Volverán, obstinadas, hasta que sólo queden ellas. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por vuestros comentarios.

    Un saludo indio
    Mitakuye oyasin

    ResponderEliminar