martes, 30 de octubre de 2012

La invitada

Estaba dentro del retrete jugueteando con los pegotes que dejó el último cliente en aliviarse. Sonriente, miraba mi miembro con sus ojos de mosca y esquivaba cautelosa la meada. Más tarde, sentado a la mesa del restaurante, la descubrí posada en el tenedor invitándose a comer.

Vicente Puchol


1 comentario:

  1. Sin palabras. Intimidades compartidas, es de esperar que no fuera la misma. Las hay igules.

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