jueves, 4 de octubre de 2012

La ventana

Contemplando la ventana rota, con los visillos meciendose por el viento, que entraba con prisas por los cristales rotos, me pregunté cómo había podido pasar un cuerpo tan voluminoso, como el qué estaba silueteado en el suelo de terrazo al lado de la piscina. Daba la impresión de que había colaborado en su traspaso. Cosa que el estado de la ventana desmentía, con sus manchas de sangre y girones del vestido estampado con flores. Estaba claro que tenía una buena papeleta por solventar ante su jefe.

Alfred


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