Coincidíamos a diario con nuestros perros: El de ella, un precioso setter; la mía, una perrita sin pedigrí que encontré abandonada en la calle. Yo la miraba de manera disimulada y ella lo sabía. Procuraba ir cada vez más atractiva y a mí se me escapaban los ojos. Hablábamos de vez en cuando y de cerca aún me parecía más apetecible. Obviábamos las intimidades pero ambos sabíamos que estábamos casados. Un día ocurrió lo inevitable: las mascotas intimaron y ...¡ojalá los cachorros salgan al padre!
country49
Todo llegará, tiempo al tiempo.
ResponderEliminarSaludos
Te esperan 101 de raza sorpresa.
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