miércoles, 23 de enero de 2013

Ame

Cielo abierto, desencadenado: Ventanas cerradas, protectoras. Agua destilada y bendita, aunque no sagrada; tambores de caóticas cadencias, antiguas pero no clásicas; súbitos y transitorios fractales luminosos, dioses jugando a restañarse y a restañarnos: Que sólo fulminan lo no‐divino. Ojos cerrados, oídos explorando el delicado impacto de las gotas, vapor de agua condensado hasta alcanzar densidades críticas conducentes al precipicio, cientos de metros de caída libre sólo para tamborilear sobre el vidrio, para hacer aflorar memorias, el jardín trasero que sólo la madre visita, los cerezos en flor que sólo ella cuida, la tierra empapada que cierra el ciclo y devuelve vapor, escudriñando tras las correderas y paneles de papel arroz, acuclillado sobre el tatami, perfume de arroz hervido y sopa de miso, la toalla con que obasan te envuelve, el padre, dónde el padre, la lluvia que todo lo abraza. Fractales apagados, murmullo silente, líquido en danza colectiva, origami de edades, memorias y continentes.

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2 comentarios:

  1. Para no perder la costumbre, nos deleitas con un texto muy complejo de la simplicidad. Aprovecho para desearte feliz Año, así como a los habituales y grande amigos de este espacio.

    Un abrazo. Extensivo a los magníficos compañeros y grandes narradores que por aquí circulan.

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  2. Muchas gracias por tu amable comentario, Albada. Y feliz año y un abrazo para ti también.

    Para quien no lo sepa, "ame" quiere decir "lluvia". El texto son solo retazos de memoria.

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