jueves, 9 de mayo de 2013

Épocas

"Hubo un tiempo de relojes y esperas, de ausencias y añoranzas. Hubo días sin sol y noches oscuras, apenas un hilo de luna cubriendo los nubarrones de tormenta. También hubo una época de segundos como horas, de minutos sepulcrales como el silencio, de horas perdidas con la esperanza de ver el alba. Y hoy ha llegado el día de abrir la puerta a los brazos que ofrecen abrazos, a los labios que reclaman besos, al sexo que desea la cálida humedad de una cueva donde esconder tesoros e infancias. Llenaré cada sueño roto con briznas de alegría, recompondré los años perdidos con un lactante que te haya llenado los pechos adolescentes. Ni el llanto ni los párpados cargados de duermevela te despertarán de esta realidad. Mujer, niña, eres una isla, un edén de delicias para vivir. A pesar del rechazo, del asco, del odio que puedas sentir por mí. Aunque persista el cautiverio. Con una única condición: no me mires con estos ojos asustados, vacíos, tristísimos, porque yo no soy una bestia. En Estocolmo no siempre se vive de síndromes, amor." Con estas palabras, cierra de nuevo la puerta del zulo, dejando a la pequeña entre sollozos y lágrimas amargas. Ha conseguido lo que quería, por la fuerza.

deomises

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho.
    Resulta especialmente escalofriante a la luz de la actualidad.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, marga, es debido a la actualidad, sí, pero con hincapié en cada caso de este tipo.


      d.

      Eliminar