martes, 2 de julio de 2013

La casa de la abuela; el salón.

Sentada en la penumbra de aquel salón que huele a infancia, intento reencontrar la calma. Con un impulso involuntario muevo levemente la mecedora y me invade el tiempo lento del reloj de la abuela: tic-tac, tic-tac...
El fino visillo se estremece mecido por una brizna de brisa inesperada.
Me sumerjo en un duermevela placentero que me aleja suavemente de todo, dejándome sin voluntad, como una pluma al viento.
 !!!!Ringggg!!! un brioso timbrazo deshace el embrujo y devuelve a la tarde su pulso y a mí mis urgencias.

desasosegada

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