viernes, 9 de agosto de 2013

Píxeles

Se despertó bastante pixelado, sin ideas claras, bien por falta de sueño o por los seis chupitos de la cena. Tal vez tuviera un virus o algo así. Levantarse, trabajar, dormir, levantarse. ¡Él no era una máquina! ¡Maldita monotonía! Se encontraba confuso, pixelado, pero sabía que no era una cuestión de definición. Su problema tenía un nombre: rutina. Decidió intentar cambiar algo aunque fallara en el empeño. Despertó a su esposa: «Emigremos a Australia. Comencemos una nueva vida». Ella se tapó la cabeza con la almohada. Quería convencerla, pero ciertamente, le faltaba vehemencia. Esa mañana carecía de suficiente resolución.

La lengua salvada (Mikel Aboitiz)

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