lunes, 26 de mayo de 2014

Una historia

Eran días en sepia; días de jovenes vestidas de uniforme revoloteando alrededor de severas monjas, de cuadernos con olor a goma de borrar y tirantes colas de caballo sometiendo hirsutos rizos.

Treinta rostros se arremolinan en las ventanas para ver pasar las estaciones, el mundo exterior y sobre todo, sobre todo… ver pasar a los chicos del colegio de enfrente.

Todas tímidas, todas curiosas, pero una y solo una con el alma desbocada y el cuerpo en llamas.

Sólo esa se saltará verja, escalará las ventanas y cuchicheará por los rincones incapaz de silenciar su dicha… y un buen día, sin previo aviso, esa niña desaparecerá para siempre de nuestras aulas.

Preguntaremos por ella muchas veces, pero ante las esquivas respuestas, terminaremos por olvidar.

El curso seguirá y sin darnos cuenta llegará el día en el que las verjas del colegio se abran por última vez para dejarnos salir en tropel, marcadas por un objetivo común “Vivir”

Será entonces cuando quizás reencontremos a nuestra antigua compañera que nos observará esquiva, desde el parque en el que vigila a su pequeño.

De la vida de las demás también he sabido, pero eso es ya … otra historia.



desasosegada

6 comentarios:

  1. Ay, el embarazo adolescente, una losa para muchas vidas. Pero ya sabemos lo que quiere Gallardón: p'alante sin remisión, quieras o no. E incluso aunque el feto traiga múltiples malformaciones. ¡Corran, denles otra vez mayoría absoluta!.

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  2. La verdad es que mi intención era hacer patente el ocultismo con que se llevaban estas cosas en los colegios religiosos, sencillamente no existían.

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  3. Marga, ya que estás ahí ¿ha habido alguna razón para suprimir las puntuaciones a los relatos y lo de "otros relatos del mismo autor"?.

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    1. Tienes razón, ni me había dado cuenta!!!
      ya voy a consultarlo (ya sabes que mi pericia en estos temas es cero al cociente y bajo la cifra siguiente). Ya te cuento si se puede arreglar o no.
      Un saludito

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  4. Yo te podría hablar del mundo de los chicos, espiando los altos muros, por si los saltaba un balón que luego íbamos al colegio a entregar. Y ver, allí dentro, lo que podíamos. Más que ver, sentir las risas y los cuchicheos de nuestras inaccesibles prisioneras. Lo que tú cuentas debió corresponder a una heroína tipo de Juana de Arco o así....Ojalá yo la hubiera conocido entonces...

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  5. Marga, me contaron hace muy poco, cómo en el colegio de monjas, frente a uno de la Salle masculino, era donde tenían más problemas para controlar los intentos de saltar la verja.

    Tiempos grises que no debieran volver. Con lo bello que es la desnudez y el amor, y va la religión, y lo envilece. Anda que!.

    Un abrazo. Y feliz, muy feliz verano.

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