viernes, 6 de junio de 2014

Natha II

Cuando llegaron al borde de la alberca, las luces, destacaron como una irregularidad de la tensa superficie del agua, un rostro apenas emergido. Natahin, había llevado para las vacaciones, la mochila escolar. Volvía con ella, cargada de manzanas.

El peso seguramente, no fue suficiente para sumergir el diminuto cuerpo, ni dejarlo boca abajo, como en los ahogados suele suceder. Los ojos los tenía abiertos, sin mirada, sin otro brillo que la humedad. sin vida, y sin estrellas que reflejaban la confabulación para clavar las estrellas en ellos, como chinchetas sangrantes en el alma del abuelo, ese temprano día de agosto.

Anónimo antónimo

1 comentario:

  1. Alberca llena de sensaciones y de escalofríos. Hasta que llegas a las chinchetas, que son puras agujas ya.

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