jueves, 10 de julio de 2014

La huella de los otros

¡Vaya usted a saber porqué, viajar en tren me encanta!

Su leve chacachaca me amodorra y me da por fabular. Hoy me afano buscando en mis vecinos las huellas de sus seres queridos.

Esa niña repeinada aferrada a la mano de su padre, lleva atados sus zapatitos con un enérgico doble nudo, deduzco que alguien ha querido asegurarse de que no tropiece, de que no caiga y se lastime.

Los chavales de ahí adelante se van de campamento, todos ríen despreocupados como si nada pudiera estropear la excursión; en otro vagón, sin duda, su profesor estará repasando billetes, reservas, autorizaciones.

Aquel hombretón saca de su fiambrera una hermosa tortilla, que sugiere el madrugón de alguien que se ha quedado en una casa con olor a fritanga.

En todos ellos descubro la presencia de “los otros”, de aquellos que les aman.

Veo asomar de mi bolso el plano de la ciudad a la que me dirijo y sé que tú lo has puesto ahí porque sabes que soy proclive a perderme, porque sabes que sin ti estoy perdida.



desasosegada

4 comentarios:

  1. ¡Qué maravilla de micro, Marga!

    La intra-historia de amor de las historias que rodean nuestra realidad.

    Estos últimos años han sido reflejo de auténticos historias de generosidad, de abuelos, de compañeros, de familias enteras...
    Estoy convencido de que las sociedades, la macroeconomía y hasta la política de estado estarían a la altura si cada uno expandiéramos a una nueva persona, cada día, una acto de amor cotidiano.

    Gracias por espolvorear tu saber hacer en nuestra cotidianidad.

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  2. Marga,. bonito desarrollo y aun más bonito final. Decididamente me gusta.

    Y hablando de otra cosa, enhorabuena por el repunte del blog. Veo que los pioneros han acudido al rescate y esto se ha llenado de calidez y buen rollito. Da gusto.

    Saludos de El Manco.

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  3. Ese traqueteo del tren que nos ata a unos ritmos de infancia. Me sigue pareciendo magia eso de viajar durante horas con gente que acabas por conocer como si fueran vecinos, o seguramente más, porque no les volverás a ver y se explican cosas.

    Esos olores, esas algarabías de niños y esa viajera con un mapa porque lo del googlemaps como que no nos entra :-).
    Un abrazo.

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  4. Había una canción en mi juventud que me gustaba mucho, de Roberto Carlos. Un baladista brasileño que estuvo en boga muchos años. Se llamaba "Detalles". Me la ha recordado mucho tu micro.
    La vida está llena de detalles. De detalles de los que nos quieren. De su protección. De su calor. De su entrega.
    A veces no tienen quien les escriba. Así que hoy me alegro por partida doble: Porque lo tengan y porque esté tan bien dicho.

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