viernes, 25 de julio de 2014

La tierra prometida

Me despierta un ruido fuerte, algo así como el estallido de un cohete en fiestas.

Enseguida viene mamá y me obliga a levantarme. Yo me resisto porque tengo muchísimo sueño, pero como veo que no está el horno para bollos me conformo enseguida.

En casa hay mucho barullo y mamá dice que me vista porque nos vamos de excursión. Debemos llevar bastante merienda porque todo está lleno de bolsas.

Hay que andar un rato larguisimo por una carretera llena de gente, todos parecen tristes y cansados, así que yo creo que a todos les pasa como a mí, que van a la fiesta a la fuerza.

Me aburro, me canso y me duelen los pies, pero me callo porque ya soy una niña mayor.

Ya de día, llegamos a una iglesia muy bonita, pero está llena de gente.

Al rato vemos una escuela y allí por fin paramos. La buena noticia es que hay montón de niños. La mala que no nos dejan jugar, ni hacer ruido.

Con este panorama me ovillo en un rincón e intento dormir. E ntonces me pongo a imaginar como será la vida de los niños que viven en otros sitios, seguro que ellos y pueden jugar tooooodo el rato que quieran con sus amigos y que cuando ven que la luna se asoma a su ventana pueden dormir toooooda la noche.

Pero claro, ellos no viven en “la tierra prometida”



desasosegada

2 comentarios:

  1. Reflexiono sobre tu micro y me pregunto si estamos haciendo un mundo pensando en los niños. Que serán los adultos que sostendrán todo este tinglado en el futuro. Y no encuentro más que agujeros en él. El mundo avanza, según creo, más en temas económicos que humanos. Y los niños se resienten. Y, luego, lo pagaremos todos. Si la cosa no se remedia, claro.

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  2. Bien lograda la perspectiva infantil, y de dolorosa actualidad,

    Un abrazo del El Manco.

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