Al entrar hoy en el portal he sentido un olor inconfundible, los recuerdos son así, tiras de un hilo y se te desploma encima la fuerza del ayer.
En aquel colegio siempre olía a sopa, daba igual que hubiera para comer paella o macarrones, el olor no variaba: sopa.
La monja nos miraba con ojos de acero y rictus de severidad en los labios. Yo, con la cabeza agachada, estudiaba la estrategia bélica, para vencer a mi enemigo.
- C3
- AGUA
La muy taimada, con una agilidad impropia de su edad, ya estaba junto a mi y me había arrebatado el tablero de juego.
- Srtas González y Gil, al despacho de la directora.
Desasosegada
...solamente por traer ese viaje de sensaciones a los olores de la escuela merece su lectura...
ResponderEliminarUn micro "quirúrgico". Extraer un limpio fragmento de la masa de los recuerdos no siempre es fácil. Si me permites la observación, creo que en el párrafo que empieza con "La monja..." has tenido algún problemilla con las comas. Te dejo mi versión del párrafo.
ResponderEliminar"La monja nos miraba con ojos de acero y rictus de severidad en los labios. Yo, con la cabeza agachada, estudiaba la estrategia bélica para vencer a mi enemigo"
Siempre con ánimo constructivo, entien que así queda más claro. Un saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYo comí en el colegio toda mi vida, una tortura, sobre todo para los profesores, que nunca podían con mi testarudez. A mis padres les decían que con lo que comía no podía vivir. Y aqui estoy ja,ja,ja Me ha traido lejanos recuerdos del cole. Ha sido un gustazo, gracias.
ResponderEliminarMuy bueno, desasosegada, por la historia y para mí, en especial, por el principio.
ResponderEliminar@Hank
ResponderEliminarTienes toda la razón, ya lo he corregido, además has dado con dos defectos básicos de lo que escribo, puntúo fatál y no releo los textos.
Gracias por ayudarme