La puerta de la jaula quedó abierta. El pájaro, de colorido plumaje, asomó su cabecita hacia el exterior observando el inmenso espacio vacío que circundaba su único reducto conocido. Estiró sus alas y con torpe revoloteo intentó adueñarse del nuevo mundo. Apenas unos minutos en el aire y ya le dolían las plumas. Regresó, cansado, se introdujo en la jaula y con un ágil golpe de pico, cerró la puerta y se durmió. Ese día soñó con una bandada de jaulas que volaba hacia el infinito. country49
!precioso! y certero, la libertad, como todo, necesita rodaje. Uns saludo.
ResponderEliminarOtro saludo de vuelta. Gracias Marga por tu comentario
ResponderEliminarcountry49
Qué bello canto a no temer a la libertad. Lo leo tarde, pero me encanta. A pesar de lo triste que resulta la lectura.
ResponderEliminarUn abrazo country.
Un muy hispánico y Buñueliano "viva las caenas".
ResponderEliminarGenial, un abrazo.