Anoche nos tocó la puerta, la muerte.
Llegó implacable la guadaña que espera quieta en la puerta del que ya, no tiene ganas de seguir. Vino por el callejón mojado que nos regaló la fría tarde de Abril.
Arrancó de a poquito la esperanza de ver la luz al final del túnel que, sabemos, no tiene regreso.¡Insolente, perversa¡¡
Mañana quedará en el olvido de la memoria que envejece las últimas notas de la vieja guitarra que silenció para siempre.
Y me llegan los rezos y letanías de las viudas llorando.
Y me llegan los rezos y letanías de las viudas llorando.
Lenita
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