Desátame ese nudo que me abraza.
Con tus dedos de calcio y amapola.
Aflójame los cabos que me amarran
a esta vigila espesa que me asola.
Tú dijiste- "no me dejes".
En mitad de aquella noche
Que sembraste en mi parterre
un ruego de...-"no te alejes".
Incendiara por quererte
entre la noche y la aurora.
Rota. Mi alma quedó rota
Oscura, negra y honda.
Desátame ese nudo que me ata,
deshojándome. Margarita herida.
Devuélveme la paz que me arrebata
el alma de mi mar, tan consentida.
Albada
Con tus dedos de calcio y amapola.
Aflójame los cabos que me amarran
a esta vigila espesa que me asola.
Tú dijiste- "no me dejes".
En mitad de aquella noche
Que sembraste en mi parterre
un ruego de...-"no te alejes".
Incendiara por quererte
entre la noche y la aurora.
Rota. Mi alma quedó rota
Oscura, negra y honda.
Desátame ese nudo que me ata,
deshojándome. Margarita herida.
Devuélveme la paz que me arrebata
el alma de mi mar, tan consentida.
Albada
Precioso, Albada. Dejas el listón muy alto. Tanto, que hay quienes preferimos pasar por debajo. Cada día un poco mejor...
ResponderEliminarGracias. Exageras, para variar. Cuando los versos quieren salir, pues salen. Pero muchas gracias.
ResponderEliminarUna abrazo.
Precioso nudo el que nos invitas a desatar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Alfred.
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