Era la
era primera.
La que
rasga la noche con el percutir de piedra contra piedra.
La que
aulla a la luna inventando una palabra que la represente: luna, luna… no como cuna, no como duna.
La que
escudriña la nieve para descubrir huellas: las huellas tibias de la vida, del movimiento, del
aliento y luego las persigue electrizado, olisqueando el aire, sin descanso.
La que regresa
a la cueva dejando rastro de sangre tras de sí y despierta a los cachorros con
la buena nueva.
Y luego
el fuego y luego el olor a asado y luego la canción y luego el sueño.
Y mañana
otra vez el frío, el acecho, la caza.
Era la
era primera, aquella en la que se precisan todas las fuerzas para sobrevivir, aquella en la
que el único objetivo es ver nuevamente el sol.
desasosegada
Brillante, como todos tus relatos. A medida que lo leía sentía un paralelismo casi inmediato con otro que empezará... "Era la era moderna..." Un abrazo
ResponderEliminarEmpezar el año optando por el instinto, puede ser una buena manera, o quizás, la única forma de empezar por el principio de todo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Marga. Un fuerte abrazo.
Tu relato de supervivencia podría aplicarse de nuevo a la situación actual de muchas personas. Una especie de eterno retorno al que nos han llevado la codicia y la estupidez de unos cuantos.
ResponderEliminarBonita escena en todo caso. Un abrazo de El Manco.