Últimamente, ya no cantaba en la ducha, sino que ensayaba todo lo que le diría cuando él por fin le confesara que ya no la quería, que, en realidad, nunca la había querido, pero que siempre le faltó el valor y que no podía estar solo. Quería decírselo todo, para irse tranquila, y entonces un día el agua salió fría, muy fría.
-Adiós, me voy.
Mayo
-Adiós, me voy.
Mayo
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