El reclamo para atraer al becario era jugoso: “Trabajo fijo con cuatro pagas extras”. En el coto, los becarios se cegaban ante la propuesta y batallaban por ser los primeros en alcanzar la inmejorable oferta.
Al otro lado de la zanja se guardaba un silencio expectante. Varios fusiles mantenían impoluto su cañón, pacientes, serviciales hasta llegado el momento. La mínima risa, el mínimo comentario sobre la juerga de la noche anterior, pondría sobre aviso a las presas, que desconfiarían y buscarían el refugio de un árbol o un barrizal.
Especuladores, hijos de grandes fortunas, hacían piña con el objetivo de reducir la sobrepoblación de titulados (“parásitos sin empleo que optan por llorarle a Papá Estado y, ¿adivinad de dónde saca el dinero Papá Estado?”) y, dada la coyuntura, abrir nuevas líneas de mercado. Aprovechaban para afinar el ingenio: “En la puja te falló la puntería”, “Te salió el tiro por la culata con aquel chino”.La “Caza del becario” estaba en auge y los responsables del negocio buscaban la innovación constante (I+D+i). Pese a todo, había que afianzar el reciente negocio y equipar a los tiradores con munición más letal. El estoque no terminaba cuajar.
Javier Sánchez Campos
Al otro lado de la zanja se guardaba un silencio expectante. Varios fusiles mantenían impoluto su cañón, pacientes, serviciales hasta llegado el momento. La mínima risa, el mínimo comentario sobre la juerga de la noche anterior, pondría sobre aviso a las presas, que desconfiarían y buscarían el refugio de un árbol o un barrizal.
Especuladores, hijos de grandes fortunas, hacían piña con el objetivo de reducir la sobrepoblación de titulados (“parásitos sin empleo que optan por llorarle a Papá Estado y, ¿adivinad de dónde saca el dinero Papá Estado?”) y, dada la coyuntura, abrir nuevas líneas de mercado. Aprovechaban para afinar el ingenio: “En la puja te falló la puntería”, “Te salió el tiro por la culata con aquel chino”.La “Caza del becario” estaba en auge y los responsables del negocio buscaban la innovación constante (I+D+i). Pese a todo, había que afianzar el reciente negocio y equipar a los tiradores con munición más letal. El estoque no terminaba cuajar.
Javier Sánchez Campos
Me ha gustado todo. Desde el título a toda la secuencia, llena de crítica y sarcasmo. Hombre, lo del estoque ha sido demasié. Saludos.
ResponderEliminarFrancisco, gracias por tus palabras. Quizá sea mucho el estoque, pero la puñalada de la hipóteca o los mil impuestos que pagamos, nos puede sentar igual. Un saludo.
ResponderEliminar