Querida Elena
Cuando, por tu traslado a Sevilla, te vi por última vez, me pareciste siempre una mujer fuerte, equilibrada y madura. No entiendo cómo dices en tu carta, tan tranquila, que hace unos meses sorprendiste a un hombre bajo tu cama, que dormitaba tranquilo, y que se lo permitiste. “Además, bajo el lado bueno de la cama”, dices enojada en tu misiva. Que le viste tan tranquilo que no te atreviste a decir nada. No te entiendo, la verdad.
Me explicas que aquella primera vez descansaste tan bien que hasta media mañana no recordaste el incidente, y eso ya me preocupa un poco, pero cuando afirmas que eso ocurre cada noche; que siempre, cuando miras bajo la cama, está el señor de la capucha, como tú le llamas, dormitando, pero que de día nunca le ves, y que jamás habéis cruzado una palabra, he estado a punto de llamar a la policía.
Me refieres que tu vida es normal, como siempre, y que has aceptado la situación porque hace días decidiste cambiar de lado de la cama, y yo ya no sé qué pensar, porque hace días que la sombra de un encapuchado hace el amago de pararse en la puerta de mi habitación.
Albada
Estate atenta!
ResponderEliminarUn beso.
Pues de momento cambiaré de lado de la cama, porque desde el mío, el lado bueno, veo la puerta, que dejo siempre abierta. Ojos que no ven...es que Elena no debía mirar bajo la cama, por si acaso :-)
ResponderEliminarUn beso
Eso de mirar debajo de la cama yo lo hacía mucho de niño. Y luego nunca me quedaba tranquilo. ¡Y eso que no veía nunca nada! Lo de esta Elena, lo considero una heroicidad diaria, ¡vamos!
ResponderEliminarLos miedos tienen una razón, real o imaginada y suelen compamsarse, en la adultez, con el el sentido común, pero hay Elenas y hay encapcuhados.
EliminarYo creo que es ella es temeraria. Pero, en este caso, es un simple post de día de todos los santos. Un abrazo
Eso de mirar debajo de la cama yo lo hacía mucho de niño. Y luego nunca me quedaba tranquilo. ¡Y eso que no veía nunca nada! Lo de esta Elena, lo considero una heroicidad diaria, ¡vamos!
ResponderEliminarSin duda, es una heroína en toda regla. Yo no miraba bajo la cama, pero es que la oscuridad ya me daba tanto miedo, que ni para agacharme me daba.
EliminarPero mi sombra ya no se para bajo la puerta, ahora sigue hacia el lavabo :-). Un abrazo
Debajo de la cama siempre se esconden nuestros fantasmas, nos pongamos como nos pongamos.
ResponderEliminarUn beso.
desasosegada
Es que es un lugar cálido y seguro, no son tontos los fantasmas. Nos siguen rodeando y oye, pues se los encuentra uno en cualquier sitio.
EliminarUn beso, marga