martes, 28 de septiembre de 2010

SINRAZÓN

En principio pensé que sería la especial sensibilidad de quién está enterrando a su padre; pero la vida se comportaba sin respeto, hasta insultar mi dolor con su absurdo. El sol brillaba en una mañana luminosa y fresca; al fondo, Karina cantaba un tema de los sesenta desde la radio de un furgón de reformas junto a la ermita, y el cura, por tercera vez en su responso, confundía el nombre de mi padre llamándole Antonio en lugar de Antolín.
juanxxi

4 comentarios:

  1. Me gusta el relato en si, pero creo que difiere de lo "normal" en la realidad. Creo que cuando uno entierra a su padre, casi todo lo que le rodea no existe, solo se es consciente del calor de quien está a tu lado en ese momento. El resto lo ocupan los recuerdos

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  2. ...bien entrecomillao lo de normal, porque la realidad es inabarcable (de hecho está basado en la realidad, aunque fue mi tío)... Y esto no es la realidad, puedes coger un centenar de relatos de los que hay aquí y no serían "normales" en la realidad... pero entiendo lo que dices y creo que el problema es que chirría la tranquilidad del hijo que le quedan fuerzas para estar atento a los detalles... Puede ser. Gracias

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  3. Juan, me vas a disculpar, pero tu "relato" es una excelente descripción de una situación. No un relato en si, con su presentación, nudo y desenlace. Espero que no te moleste mi humilde opinión. Un saludo

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  4. completamente de acuerdo, yo diría que la historia no cambia desde el comienzo hasta el final, no pasa nada, y por tanto solamente es una escena... y no me molesta tu opinión (faltaría más...), todo los contrario.

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