lunes, 4 de octubre de 2010

El sofá en el veretedero

Ya cumplió su misión. Escondió zapatatillas y palomitas de maíz. Cobijó un primer beso y docenas de siestas y arrumacos. Sin miramientos le embuten en el ascensor y desaparece con él la montaña a escalar y la trinchera de Edi.
Ya en el vertedero, observa a una gata preñada y sucia. Sus cojines le sonríen. Ella trepa y se desespereza maullando flojito para ovillarse feliz al sol.
Albada

5 comentarios:

  1. ¡Ay, esos testigos mudos y mullidos de nuestra vida cotidiana! Amor, aburrimiento, pasión, ternura... Me ha gustado mucho, Albada.

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  2. Gracias.Empieza una nueva vida, para el sofá y para la futura madre.En los vertederos uno aprende que el final final de verdad de las cosas en muchas ocasiones no es el final del todo.No sé..incluso a ver esos objetos despreciados uno puede imaginarse toda su trayectoria ( y equivocrse, claro).Gracias

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  3. Es verdad, albada, siempre todo vuelve a girar otra vez, aunque sea, en escenarios y con personajes distintos. Los has planteado muy bien y como dice hank, con mucha ternura, a mí también me gusta.

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  4. Querida Albada, cuando propuse esta palabra, me la imaginé en esta textura, llena de recuerdos, especialmente de niños y de gatos. Gracias por traducirme los atascos.

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  5. Pues mira que paraiso acaba siendo un sofá.Me alegra que eligieras esa palabra.Hoy ví artilugio y mira, he disfrutado.Espero os guste mi guiño a la quiromancia

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