viernes, 29 de octubre de 2010

Susurros

En la soledad de esta noche eterna, mato el rato hablándole al oído a tu sombra.

Le expongo mis anhelos, mis dudas, mis quebraderos de cabeza.

No espero una respuesta concreta. Espero sólo que me escuche, que asienta ante mis desvaríos, que no me evite.

Pero las sombras son esquivas, más aún cuando no tienen dueño.

Cronopio


1 comentario:

  1. Aunque el final de la sombra sin dueño me despista, creo que el pararse y reflexionar de nuestra soledad es un ejercicio que deberíamos hacer más a menudo. Romper el automatismo de nuestro devenir y pararnos a meditar o reflexionar de nuestra propia existencia y esencia, de nuestro pasado, presente y futuro y su sentido. (Estoy un poco espeso - perdón)

    ResponderEliminar