Cuando, después de pelear con las maletas, los regalos y la nostalgia, consigo abrir la puerta de mi casa se abalanza sobre mí un olor amigo.
Desplomada sobre el viejo sofá, acaricio su piel levemente ajada y me siento segura.
Es el reencuentro con nuestras cosas, esas que transforman cualquier sitio en un hogar.
Desde el tendedero, los bañadores y toallas se agitan bajo el cielo gris, riéndose de mí.
Desasosegada
Qué alegría verte por aquí, Desasosegada.
ResponderEliminarMe gusta ese reencuentro, esas sensaciones tan bien descritas. Ese olor amigo doméstico abalanzándose sobre ti. Saludos.
Bienvenida al hogar, desasosegada. Relatas estupendamente esos regresos que nos hacen más viejos y más apegados a las cosas que dejamos.
ResponderEliminarBienvenida, desasosegada, y bienvenidos sean tus mrs.
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