martes, 2 de noviembre de 2010

El Gran Rodrigo (Blastocito)

Más allá del revólver la vista se le nublaba. Desde su posición sólo podía ver la boca de la pistola que más atrás se difuminaba en un corto cañón hasta lo que suponía era el gatillo. ¿Por qué abrían cambiado el arco por aquello? Prefería la tensión de aquel semicírculo, las flechas en el aire y su sonido laminándolo. A aquella distancia no podía adivinar nada. Esperó. Un click, una explosión, aplausos. Podía respirar, El Gran Rodrigo había vuelto a acertar cubriendo su cara de zumo de manzana.

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