martes, 30 de noviembre de 2010

El precio del poder

Alegre y pletórico se encaminaba hacia la oficina. Saludó de forma jovial al quiosquero prosiguiendo su rutinario camino al trabajo. Todo era positivo aquella mañana, y con aquella energía que irradiaba, contagiaba de frescura a cuantos se le acercaban. Encontró su despacho vacío, todo metido en unas cajas, y el rótulo con su nombre había desaparecido de la puerta. Nadie se atrevía a mirarle a los ojos. Solo una nota en la mesa decía "Enhorabuena presidente". Nunca más sonreiría.

cormoran


3 comentarios:

  1. Hola, Cormorán, qué alegría leerte. No sé si tu micro recorre caminos políticos, deportivos o empresariales (en estas fechas...), y dudo si se trata de un despido o de un ascenso, pero me ha gustado.

    ResponderEliminar
  2. La soledad del poder, cormoran. Las suspicacias ya nunca dejarían acercársele a nadie. Hay que elegir. Bueno. Hacía tiempo que no te leía.

    ResponderEliminar
  3. Buen micro, Cormorán. Aunque tiene muchas lecturas, el título es determinante para entenderlo. Supongo que son pocos los que saben encajar el poder de tal manera que no acaben perdiendo la sonrisa. Es agradable leerte de nuevo. Un saludo.

    ResponderEliminar