miércoles, 17 de noviembre de 2010

Nada

El nombre que no era nadie escribió imaginarios relatos que no había vivido, sobre un intangible soporte, virtual y transitorio. A medianoche, todos y cada uno de los inexistentes cuentos que había creado desaparecieron al apagar el ordenador, revertiendo a la nada que siempre habían sido. El nombre que no lo era por fin se calmó y se esfumó en la noche. El ordenador, que el ficticio nombre creía haber apagado, estaba hibernando. Al día siguiente tenía que inventar otro nombre y otros cuentos.

nadie


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