Sentado frente al espejo del bar, no se vio reflejado. Se sumió en una profunda desesperación al comprobar que su personalidad se había anulado hasta ese punto y sollozó amargamente con la cabeza apoyada sobre los brazos. Entre lágrimas, su reflejo miró al otro lado del espejo. No había nadie.
tapia
Bienvenido, Tapia. Te había leído algunas veces en Eskup. Me gusta este relato, ese juego de ausencias frente al espejo. Un saludo.
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