domingo, 28 de noviembre de 2010

Un niño

Tengo tus ojos, negros, puros y sinceros clavados en mi alma. Recuerdo tu manita abriendo y cerrando el grifo. Una y otra vez. Encendiendo y apagando la luz del recibidor. Sin descanso y sin parar de reír. Rebosabas alegría. Pletórico de vida, lleno de energía. Tu risa no conoció límite al ver y tocar el hielo. No quería dejarte ir. No podía. Pero tu mundo era otro y no debía dejarte sin raíces. No sé si me equivoqué.

Damadeltablero


1 comentario:

  1. Cuando un niño forma parte de nuestra vida, aunque sea temporalmente, ya es para toda la vida. Es un sentimiento natural del que cuesta desprenderse y la separación es un ejercicio desgarrador. Lo has narrado, fácil, dama, para que nos llegue. Saludos.

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