¡Cómo me reconfortaba la sonrisa de la abuela! Recoger su casa me trae añoranzas y cada rincón me transporta a vivencias y conversaciones olvidadas. El calor de ese hogar no es el mismo sin ella, por más que los radiadores antiguos abrasen como antaño. Sus sábanas huelen a recuerdos en los que yo, sólo yo, era el gran protagonista.
Alsquare
Alsquare, gracias por devolvernos por unos momentos al paraíso perdido de la sonrisa de la abuela, de su caja de galletas interminable, de sus alas de ángel de la guarda, a cuyo calor una vez dimos nuestros primeros pasos, pisando el suelo, como tú bien dices, con el marchamo alegre del protagonista.
ResponderEliminar@gabrielpalafoxPrecioso comentario gabrielpalafox, un precioso microrelato en sí mismo.
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