viernes, 3 de diciembre de 2010

Adversus mathematicos (III)

Sueño sin dejar de recordar: Pinza mortal que dura una dolorosa eternidad. Hasta que noto su insistente y dulce voz, que me rescata de ese limbo atemporal que ahoga mi existencia. Como a un niño, me lleva de la mano hasta el presente más sencillo y diáfano, que ella ha desbrozado de fantasmas pasados y futuros, mientras susurra a mis oídos, con divertido tono juvenil: Carpe diem. Viejo como estoy, sonrío y obedezco sin chistar a mi vital y amada nieta. Aún hay tiempo.

tapia


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