jueves, 9 de diciembre de 2010

Infinito

El movimiento infinito se repitió una vez más y aquél ocho perfecto, dibujado una y otra vez por unas caderas generosas, se llevó por delante las miradas que miraban mientras la bailarina sonreía la sonrisa muerta del espectáculo porque su alma lloraba la ausencia de un sombrero gris.Lo había buscado entre las sombras, como todas las noches, pero por primera vez, faltó.Y ella no necesitaba que nadie le contara que fueron los celos de la noche los que perforaron la dulce mirada del sombrero gris.

mirina


10 comentarios:

  1. Qué bien que ilustras el infinito con movimientos repetidos hasta la saciedad, con esas miradas y sonrisas que vuelven noche tras noche salvo la del sombrero gris, que ya no está. Me ha gustado mucho, Mirina.

    ResponderEliminar
  2. damadeltablero9/12/10, 20:55

    Precioso relato, Mirina. Me ha conmovido por la tristeza que le supone a la bailarina (qué bueno ese infinto dibujado a ritmo de cadera) no encontrar al sombrero gris.

    ResponderEliminar
  3. Me quedo con esa mirada de sonrisa muerta, buscando esos ojos dulces bajo ese sombrero gris. Qué triste el irse por no saber compartir. Qué pensamiento más infinito y tan actual... Gracias, como siempre, por escribir.

    ResponderEliminar
  4. He visto ese infinito cuando lo describías a golpe de cadera. Y la tristeza en la mirada de la bailarina y la rabia en los celos del ausente.
    Precioso Mirina. Me ha encantado.

    ResponderEliminar
  5. @Sara LewY qué bien se leen tus comentarios, Sara, me ha encantado que te guste, gracias.

    ResponderEliminar
  6. @damadeltableroA mí me han conmovido tus palabras, Dama, gracias por cada una de ellas.

    ResponderEliminar
  7. @21Graciascomo siempre, por comentar, veintiuno, y por encontrar ese "algo" diferente que tú sabes encontrar en los relatos.

    ResponderEliminar
  8. @Tagore123Gracias, Tagore, por tu comentario, a mí me encanta leerte cuando comentas y cuando escribes.

    ResponderEliminar
  9. Lo admirable es la aparente sencillez. La exquisita delicadeza de esas finísimas y poderosas pinceladas del relato. Sutil, bello. Conmovedor.

    ResponderEliminar
  10. Mirina, yo después de todo lo dicho me quedo con el ocho perfecto que, bien pensado, es un número que da mucho de sí.

    ResponderEliminar