lunes, 27 de diciembre de 2010

Noche y niebla

Siendo noche cerrada y por la repentina y espesa niebla, se desvió del camino perdiéndose del modo más tonto en el extenso parque. Buscó con desesperación una salida durante horas, trepó a lo alto de columpios por ver si divisaba algo, golpeó contra ellos un tapacubos que se encontró mientras pedía socorro (era un ser sin móvil). Todo era inútil. Desfallecido, perturbado, se sentó en un banco. Entonces oyó algo. Su último deseo, fumar un pitillo, le fue concedido.



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