martes, 18 de enero de 2011

Memoria innata

La densa niebla no era obstáculo en su cita diaria con el footing. Se guiaba a tientas por las arrugas del terreno que pisaba. Podría cerrar los ojos que sus pies palpaban certeramente las protuberancias urbanas interpuestas entre el esfuerzo y su domicilio.
Al llegar, exhaló un aire triunfante y sonriendo entró en la ducha. El olor a café sembró dudas sobre su ubicación. Alguien entró a secarle como hace unos años, lo hicieron todos los días. El inconsciente le demostró autonomía.

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4 comentarios:

  1. Es siempre una ventaja tener a punto el piloto automático. Interesante relato.

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  2. Últimamente creo que no me hago entender bien.
    Se dejó llevar para no ser atrapado por la confusión de la niebla. Sus pies y especialmente su memoria consciente le llevaron a su antiguo domicilio. Es cuestión de "asiduidad" y la mente humana repite la rutina de una forma matemática.
    Gracias tallaets.

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  3. Somos animales de costumbres, no hay duda. Lo que me ha gustado más es que algo ya casi olvidado es, de repente, recordado. Algo, además, mucho más importante que cualquier acto rutinario, que este si, incoscientemente, seguimos practicando día a día, mientras que el otro ya casi es un olvido.
    Gran relato 21

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  4. @Cormoran
    Gracias a ti por leerlo siempre con esa intensidad, Luis. Un saludo.

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