Es un dolor tolerable, debo ser paciente y confiar en la recuperación. Al fin y al cabo, el poder seguir respirando, no deja de ser un regalo. De no pensar así, sería un desprecio hacia ellos, que están aquí, a mi lado, muertos. Ya oigo una excavadora... ¡Socorro!
Cormoran
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Cormoran

Ese final puede tener un doble sentido: la excavadora como salvación o como temor, jajaja. Pero, en todo caso, el poder respirar y tener esperanza en cada momento, efectivamente ya es un regalo.
ResponderEliminarBuen relato, Cormorán. ¡Qué bien has hilado las cuatro palabras!
ResponderEliminarUn saludo.
En una situación normal, oir como se aproxima una excavadora...Impone, pero en este caso no había mucho que perder y si que ganar, es un todo o nada
ResponderEliminarUn saludo, y gracias, Luis
Gracias a ti, Sara, por estar siempre atenta a la renovación de las mismas.
ResponderEliminarTu mr me ha hecho relacionarlo con el de otro compañero ("Ecos de Haiti") por la proximidad en el sufrimiento, en la situación y en el desamparo. Breve, pero intenso Cormorán; duro, pero cargado de realidad, de esa que necesitamos que nos agite de vez en cuando para comprobar que estamos vivos y que debemos luchar. Un saludo.
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