domingo, 16 de enero de 2011

Tras el temblor

Es un dolor tolerable, debo ser paciente y confiar en la recuperación. Al fin y al cabo, el poder seguir respirando, no deja de ser un regalo. De no pensar así, sería un desprecio hacia ellos, que están aquí, a mi lado, muertos. Ya oigo una excavadora... ¡Socorro!

Cormoran

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5 comentarios:

  1. Ese final puede tener un doble sentido: la excavadora como salvación o como temor, jajaja. Pero, en todo caso, el poder respirar y tener esperanza en cada momento, efectivamente ya es un regalo.

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  2. Buen relato, Cormorán. ¡Qué bien has hilado las cuatro palabras!
    Un saludo.

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  3. En una situación normal, oir como se aproxima una excavadora...Impone, pero en este caso no había mucho que perder y si que ganar, es un todo o nada
    Un saludo, y gracias, Luis

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  4. Gracias a ti, Sara, por estar siempre atenta a la renovación de las mismas.

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  5. Tu mr me ha hecho relacionarlo con el de otro compañero ("Ecos de Haiti") por la proximidad en el sufrimiento, en la situación y en el desamparo. Breve, pero intenso Cormorán; duro, pero cargado de realidad, de esa que necesitamos que nos agite de vez en cuando para comprobar que estamos vivos y que debemos luchar. Un saludo.

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