En el mismo instante en que la Luna empezaba a acariciarte, sometida al sortilegio irresistible de tu piel, y el mar callaba repentinamente, embelesado con el sonido mortecino de nuestros pasos por la arena, nos recorrimos con la mirada y firmamos un pacto de silencio que no romperíamos hasta que, embriagada de noche y marea, susurraste aquella maldita última palabra.
Cronopio
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Cronopio

Triste equilibrio entre poesía y realidad, precioso Cronopio.
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