Así me ocurrió aquel día; no pensé en ti, te lo juro, sólo en el pasado.
Apenas llegué ya supe que tu recuerdo lo inundaba todo; me sonreías desde las terrazas, me llamabas desde las ventanas.
Sin darme cuenta me encontré en tu casa.
Nadie supo hablarme de ti, ni vecinos, ni tenderos. Nadie te recordaba.
Sobrevivimos mientras permanecemos en el recuerdo de alguien; después de eso: la nada.
Volví al coche y partí sin mirar atrás, convirtiéndome yo también en humo.
desasosegada

Me gusta, Marga, ese viaje retrospectivo del pensamiento convertido en recuerdo como previo a su desaparición. Es una muestra más de tu facilidad para desentrañar conceptos vitales.
ResponderEliminarUn abrazo.
Efectivamente, se muere cuando ya nadie te recuerda. Me gusta ese regreso (suele ocurrir también cuando uno está a punto de morir) que has descrito a un amor perdido pero no olvidado por el interior del protagonista. No obstante me sorprende ese montar en el coche. Me gustan los relatos que hacen pensar, y tú lo has conseguido
ResponderEliminarEstos cmentarios, son tan buenos como el relato.
ResponderEliminarRepito una vez mas, que con los realtos a la vista y los comentarios en segundo plano, dan mucha via a éste espacio. Cuantos mas mejor, si se centran en el relato,o su autor, legítimos son.
Arena