martes, 26 de julio de 2011

Paradojas de la vida

Conocí a una anciana que montó en automóvil una sola vez y murió en un accidente de tráfico.
A un perroflauta que para mantener sus rastas gastaba más en peluquería que Carmen Lomana.
Oí hablar de un chico que después de desgañitarse en las manifestaciones contra la guerra de Irak, murió en el metro el 11M.
Y de otro, indignado, al que tocó la lotería y tuvo que negociar con todos los bancos.
Son paradojas de la vida: siempre inesperada, siempre sorprendente.


desasosegada

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