Entro en un estado letárgico, de una calma y paz sin igual, al que me abandono varado y desprotegido a tu suerte, a tu vida, que hoy la hago mía. Respiro tu aire y veo a través de tus ojos. No sé donde me llevas pero me dejo arrastrar en una pausa interminable con vistas a espejismos que parecen casi reales.
Es una mañana de sol, mar y salitre que nos tiene atrapados en una magia olvidada por toneladas de obstáculos, inventados en ocupar esas horas que nos pertenecen y nos empeñamos en tirar.
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Es una mañana de sol, mar y salitre que nos tiene atrapados en una magia olvidada por toneladas de obstáculos, inventados en ocupar esas horas que nos pertenecen y nos empeñamos en tirar.
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Ah, el relax de las vacaciones. La serenidad de un un cuerpo respirando cadenciosamente tendido al sol. Sentir los párpados traspasados por el sol y el aire. Y fundirte con la luz y el rumor de las olas. Con esa serenidad se debió construir un día el mundo. Cuando el tiempo era nuevo y no se gastaba jamás. Y no había obstáculos, como dices, para dejarnos arrullar por una compañía que hoy es, mismamente, un trozo de luz incandescente, un murmullo de olas, con los que vamos desatornillando, paso a paso, todas las tuercas que nos aherrojaron durante tanto tiempo.
ResponderEliminarEs tan bueno el comentario como el relato. Creo que dan mucha vida a ese espacio los comentarios.
ResponderEliminarMirada
Respira serenidad y necesidad de rescatar el tiempo malgastado en las urgencias diarias. marga.
ResponderEliminarBellísimo, Veintiuno. Un saludo.
ResponderEliminarSara Lew
@Gabriel Palafox/Fco. Rodríguez Tejedor
ResponderEliminarEso si es una invitación en toda regla al centro mismo del relax más absoluto. Gracias, Gabriel por ese deleite hecho regalo.
@Anónimo
ResponderEliminarNecesitaba desconectar, Marga.
Saludos.
@Anónimo
ResponderEliminarGracias, Sara. Un abrazo para ti.
Tan relajante como bello, 21, no dejas otra al lector que suspirar y asentir pensando tanto en esos ratos de relax como en aquellos otros, los feos, que hacen que los primeros valgan aún más.
ResponderEliminar@Eunuco
ResponderEliminarDejarse llevar, de eso se trata y disfruto de ese momento sin más. No hay sitio para nada más; mi compañera, la naturaleza y una pasividad desconocida juegan conmigo y con esos instantes que el tiempo nos concede en forma de pausas únicas.
Un abrazo, Eunuco y gracias.