Escribía por una razón secreta, por mantener alejados ciertos pensamientos. Le fue muy bien por un tiempo y se relajó. Salió al mundo y conoció el amor, la alegría y otras cosas agradables de la vida. Pero sus angustias renacieron y fueron poco a poco cercándolo otra vez. Tuvo que volver al bálsamo de la escritura, convencido ahora de que ya sería para siempre. Lo encontraron rodeado de un mar de papeles, sentado a una mesa, frente a una cuartilla cuya última frase era "no sé qué más escribir".
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La escritura como refugio. La escritura como necesidad. La página en blanco de antaño, cuando hasta a la luz de una vela se podía escribir.
ResponderEliminarEs el resumen de un cuaderno de bitácora de la propia vida.
Un gran relato.