Después de la última reunión, la tensión entre ellas era insostenible. Sus ojos se enfrentaron al encontrarse de nuevo. La saludó con el tono más neutro que pudo impostar. No obtuvo respuesta, tan solo una mirada altiva, mientras se retiraba su larga melena. Más tarde, tomando café con el resto del equipo, le dijo:-He soñado contigo-.
-¡No me digas!¿Y cómo ha sido?-.
-¿La verdad? Muy placentero. Te cortaba el pelo, mechón tras mechón.
Las risas se ahogaron cercenadas por el filo de su mirada.
Damadeltablero
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-¡No me digas!¿Y cómo ha sido?-.
-¿La verdad? Muy placentero. Te cortaba el pelo, mechón tras mechón.
Las risas se ahogaron cercenadas por el filo de su mirada.
Damadeltablero
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Bienvenida Damadeltablero, no te dejas caer mucho por aquí, con lo cual perdemos todos. Nadie mejor que una Dama para relatar esa guerra fría a las que a veces asistimos atónitos los del otro sexo que, por otra parte, también tenemos las nuestras, aunque probablemente con otras armas.
ResponderEliminar@Francisco Rodríguez Tejedor
ResponderEliminarGracias por tu comentario y amabilidad, Francisco. Los enfrentamientos entre mujeres encierran una violencia gélida y devastadora.
Asistir como espectador privilegiado a la puesta en escena de la indiferencia femenina, no tiene precio. La frialdad más maquiavélica al servicio de la competividad más apasionada.
ResponderEliminarEstupendo relato, Damadeltablero, tú nunca nos dejas indiferentes a tus palabras.
Un beso.