En la casa de Dalí de Port Lligat un oso disecado nos recibía a su entrada, Pedro y Mateo miraban todo con la curiosidad surrealista de sus años y a Milena le hicimos fotos junto a la piscina alhambreña con su vestido de Wharhol. Luego en Cadaqués nos comimos una paella y paseamos por sus empredadas calles blancas. Recuerdo el momento en la plaza del General Escofet, el tiempo detenido, la brisa, el silencio, la campana... En el cabo de Creus el verano se nos escapaba definitivamente.
flix
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flix
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Ah, esa prosa umbraliana... Gusto en saber de ti, Flix
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