Cuando llegué estaba cerrada la tienda.Había esperado quizá mucho tiempo.
El sol se escondía ya en el horizonte grisáceo de Octubre. Y yo, seguía con las manos vacías.En esa tienda vendían trocitos de felicidad. Volveré mañana.
Lenita
El sol se escondía ya en el horizonte grisáceo de Octubre. Y yo, seguía con las manos vacías.En esa tienda vendían trocitos de felicidad. Volveré mañana.
Lenita
Me ha gustado mucho este micro, Lenita. Breve y conciso con un toque poético. Volveremos mañana. Y todos los días.
ResponderEliminarMe gustó ser habitante, por un ratito, de ese mundo donde hay tiendas que venden felicidad.Te acompañaré mañana a ver qué tal. Me gustó mucho, Lenita
ResponderEliminarEs una bella (y triste) metáfora de esas vidas que casi al final se dan cuenta que no han sido felices. Pero bueno, quizás mañana la tienda esté abierta, pues la felicidad, una vez que sabes donde está, se puede comprar. Me gusta.
ResponderEliminarNo dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Dale una patada a la puerta y llévate unos trocitos.
ResponderEliminarBonita y triste imagen a la vez.
ResponderEliminarPero que la puerta esté cerrada o abierta, jamás dejar en manos de nadie, la posibilidad de ser feliz.
H.
Qué maravillosa forma tienes de hacernos mirar hacia delante. Gracias por recordanos que la esperanza es la última en abandonar el barco.
ResponderEliminarUn beso, Lenita.