miércoles, 28 de diciembre de 2011

La caja de galletas

Decidí ordenar mi pasado y no siendo un Proust de la vida, lejos de escribir un libro, bajé del altillo mi caja de galletas. De ella fui sacando un montón de tesoros menudos que me transportaron a otros tantos momentos que se desplegaban ante mí como páginas de un libro tridimensional, devolviéndome a las personas que me atraparon, a los lugares que me sedujeron. En el fondo había una galleta. La mordí y comprobé que estaba aún deliciosa. Y comprendí que cuando el calor del pasado aviva la llama del presente, el futuro saldrá dorado como una galleta recién horneada.

mj


7 comentarios:

  1. Caramba...tu caja de galletas se parece enormemente a un cajón que guardase de los avatares de la vida esos recuerdos que uno no quiso perder. Como una vacuna contra el olvido.
    Como un pasaporte a la identidad. Como ese sabor que almacena esa galleta, milagrosamente, para regresarnos a una tarde cualquiera.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Todos llevamos con nosotros una caja de galletas así, aunque no sea de lata y no esté en un altillo. Eso es lo que nos posiciona en la vida, creo yo. Y esa última galleta, incólume quizá por estar al calor de muchos recuerdos durante tanto tiempo, da fe de que el contenido de nuestra particular caja de galletas nos dirige, y nos permite soñar con un futuro labrado a base de nuestras experiencias. Que muy bien pudiera ser dorado, aún a pesar de la que está cayendo. Gracias por leer tan atentamente y comentar tan apasionadamente.

    ResponderEliminar
  3. ¿Y la caja de los galletones? Los galletones también posicionan en la vida.

    ResponderEliminar
  4. Si, y con frecuencia más que las galletas.

    ResponderEliminar
  5. @AlbadaSerá que nuestro pasado es un puzzle desmontado en el tiempo, pero con todas las piezas catalogadas,y alguna tarde cualquiera, montamos por un rato esa figura que fuimos? Muchas piezas, siguen en vigor. No hay forma de meterlas en una caja.

    ResponderEliminar
  6. No hay mejor horno que unos recuerdos que permanecen calientes y aún más dentro de una caja de galletas (que por sí misma ya forma parte de los recuerdos) donde la pérdida de calor es insignificante. Es la única energía renovable que no cae en manos de las multinacionales para tarifarlas según les convenga.

    Bueno y entrañable micro.

    country49

    ResponderEliminar
  7. Country49, lo has clavado. Has dicho lo mismo que yo quería contar, con menos palabras, y con la guinda cómica de las multinacionales. Gracias.

    ResponderEliminar