Como estaba solo, pensó en celebrar la noche de fin de año un poco antes para ahorrarse ruidos y aglomeraciones innecesariamente. Compró 12 uvas, una por mes, o una por hora, no lo sabía bien, pero daba igual, las limpió, las peló y les quito las pepitas haciendo un pequeño corte, en su lugar añadió una pastillíta de un bote, que ponía algo sobre gran peligrosidad y solo prescripción facultativa. Las tomo pensando en los doce disgustos más importantes que le habían llevado hasta ahí, y con Krug.
Alfred
Qué bueno, Alfred. Genio y figura hasta la sepultura. Chin-chin.
ResponderEliminarAlzo mi copa, de Krug, (por supuesto) y comparto el brindis. Gracias,
ResponderEliminarUna forma de bajarse del tren de forma acorde con el decorado reinante.
ResponderEliminarEncuentro a esas pastillitas envueltas en un abrigo de zumo, un buen recurso narrativo.
Brindo porque nadie necesite bajarse del tren.
Un abrazo.
Albada.
Brindo también por el anónimo/a, que le da otra visión al micro. Gracias!
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