martes, 27 de diciembre de 2011

Renovarse o morir

Embutido en su elegante traje de luces, el matador, de purísima y oro, cruzó el albero de la Monumental con un balanceo altivo de sus caderas, mirando al tendido. Al finalizar el paseíllo, entregó el capote al subalterno, quien depositó en sus manos un sofisticado joystick. Descubriéndose, brindó el toro al respetable, y con un gallardo giro, se volvió hacia el plasma gigante. El Presidente pulsó el ON de su mando a distancia y el primero de la tarde, un zaino cornivuelto de 500 kilos, apareció en la pantalla mirándole con fiereza.

mj


2 comentarios:

  1. Me compro uno si es que de verdad reproduce la magia de torear sin herir al animal.

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  2. Creo que esa es la intención de los promotores de esta nueva forma de disfrutar de los toros.

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