Sopló su barquito de papel hacia el de ella, portando un cariñoso mensaje escrito a babor. Ella lo leyó sonriendo y siguió jugando con el niño en la fuente mientras agitaba el agua con un dedo. Los domingos coincidían en el parque con sus respectivos hijos. Sin cruzar palabra alguna, continuó el coqueteo náutico hasta ESE día, cuando, en el pretil de la fuente y a corta distancia, ambos quisieron soplar sus barquitos a la vez. Sus labios se rozaron, iniciándose una feroz batalla en la costa.
country49
Bravo, country. Me encanta este relato de amor náutico a pequeña escala.
ResponderEliminarEsos barcos, de posible papel cuadriculado, iniciaron el desembarco en una playa de Normandía un día de Julio, tal vez. Y como no eran de guerra, no pasaron a la historia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Andrés por tu comentario. Albada, puede que sea verdad lo que insinúas. Los dos barquitos mercantes fueron rescatados en la playa de Omaha y milagrosamente escaparon al intenso fuego cruzado. Alguien tuvo la feliz idea de hacerlos navegar en la bella fuente de un parque, siendo testigos de otra batalla, cuyo único riesgo es el deseo.
ResponderEliminarcountry49
Estas son las únicas batallas en las que los vencedores son ambos bandos. Y el cronista que puede narrarlo claro!
ResponderEliminar!Me ha encantado! Que gusto leeer un mensaje optimista.
ResponderEliminarEntrañable relato Country y que te deja un buen sabor de boca, nunca mejor dicho.
ResponderEliminarPara mi gusto un micro redondo, principio y fin de la primera parte...quizá...¿Continuará?.
ResponderEliminarJESTA
Es curioso, adapté este micro de un antiguo cuento que guardaba entre mis papeles y lo publiqué aquí sin mucha fé. Pero veo que el Romanticismo aún tiene su público. Gracias a todos los "marineros" de agua dulce que disfrutaron leyéndolo. Jesta, dejo a vuestra imaginación la continuación del micro ya que cada uno, seguro, prefiere un desenlace distinto.
ResponderEliminarcountry49