Acunada sobre mí misma enciendo la noche, en esta noche, abrazada a una manta beige. Aquella que me sugiere esencias a libaciones de yogures y paseos, a despertares amables y risas cómplices, a ritmos ignotos que ni sé si configuraré en este océano de olas y arrecifes.
Rodeando el cabo de Hornos y sobreviviendo a sus embestidas de mar brava, espero encontrar la playa blanca donde poder tenderme desnuda al sol.
Ese que me nutre. Incluso a mi pesar. Albada
Rodeando el cabo de Hornos y sobreviviendo a sus embestidas de mar brava, espero encontrar la playa blanca donde poder tenderme desnuda al sol.
Ese que me nutre. Incluso a mi pesar. Albada
Fantástico, Albada. Evocador, soñador, onírico... Una pequeña maravilla.
ResponderEliminarGracias Andrés. Los ritmos pueden ser copiados de mareas no vividas, las imágenes de viajes no emprendidos y las palabras de otros sones no escuchados.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado el conjunto.
Un abrazo.
A pesar de ser precioso en su mensaje, encuentro algo de dislexico en tu relato, leve, sutil, quizá como tu nómbre, que recuerda amaneceres como llegados de repente, que aconseja repasar al dudar de lo leido. Un beso
ResponderEliminarDisgrafía, sería el concepto más apropiado a lo que usted "encuentra". Pero se consigue entender su comentario a pesar de su "leve" desatino.
Eliminarun saludo.
Fantástica recreación desde una añoranza infantil hasta el desembarco adulto. Un abrazo.
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